MIS EXPERIENCIAS DE VIAJE

Croacia: La magia de conectar con el alma – Parte 2.

Si leen el blog ya se enteraron que cuando terminé la temporada de invierno, gracias a unos amigos, me fui a probar cómo era trabajar en la temporada de verano en Croacia. Y nada empezó como lo esperaba, pero en poco tiempo la situación se revirtió.

Si quieren leer la nota de cómo comenzó todo, aquí se las dejo: https://postalesdeunviaje.com/19-05-2024-split-croacia/

Para quienes no leyeron y tampoco tienen ganas voy a resumir: llegué con un trabajo con alojamiento que ya me habían confirmado estando en Andorra y con una intuición previa que no iba a ser lo que esperaba, así pasó. Por lo que tuve la suerte de cambiar de trabajo y comenzar a trabajar en un restaurant vegano por primera vez en mi vida, y conseguir un departamento hermoso junto con una pareja de amigos que había conocido en la temporada de Andorra muy cerquita de la playa y del trabajo.

Así que todo salió mucho mejor pese a las adversidades del principio. Y esa fue una de las primeras enseñanzas que me dio este lugar. Si bien cuando llegué quería que la realidad fuera otra, me di cuenta de dos cosas: primero, el seguir las intuiciones, porque cuando eso que te hace ruidito adentro realmente es el alma hablando, diciéndote por ahí no. Y segundo, no hay mal que por bien no venga. Agradezco el haber estado mucho más tranquila que quizás en otros momentos y siempre saber y confiar en que yo podía cambiar mi realidad. Porque realmente eso que estaba sucediendo no lo quería.

Y así comenzó una temporada increíble.

Saben que los lugares donde estamos son las experiencias que cada uno tiene allí, más lo que realmente es el lugar. Bueno, para mis amigos Croacia es un país donde la sociedad es una cagada, y si bien un poco de razón tienen, también es la predisposición de uno para con los demás y la energía también que se le pone.

Desde el primer momento que llegué a Split sentí que yo ya había estado allí (sí, en el 2020 estuve en Croacia pero en otras ciudades) y no hablando de este plano, sino en que mi alma en otro tiempo ya había transitado allí. Y no sé por qué. Aún no lo entiendo, pero les aseguro que en muchas oportunidades yo miraba mi entorno y sentía muy dentro mío que fui a Split a sanar. Que mi alma me llevó a ese lugar.

Y si de sanar se habla…

Cuando todo comenzó a ir sobre ruedas, tenía que esperar que me dieran el permiso de trabajo para poder comenzar en el restaurant lo que implicó estar un mes de “vacaciones” en Split, porque el presupuesto no me daba para irme a otro lugar mientras esperaba.

Por lo que dije “bueno, a aprovechar este descanso que no tuve antes”. (Sólo me había tomado 5 días conociendo Budapest entre Andorra y Croacia). Ahí comenzó todo. No quiero decir mucho porque sería infinito pero sí quiero centrarme en sólo una cosa, que va a parecer trillada y que me cuesta un poco explicar pero que les aseguro que es real.

Mucho se habla del amarse a sí mismo. Mucho se habla del aprender a estar solo. Y yo siempre lo hablé, lo trabajé en terapia, creía que por allí iba pero siempre en algún punto terminaba cayendo como en ese sentimiento de “soledad” en el que me angustiaba, en el que me preguntaba qué estaba haciendo vagando por el mundo lejos de mi familia. Me encontraba muchas veces disfrutando de un paisaje increíble o una experiencia hermosa y queriéndola compartir; hasta sintiéndome un poco vacía por momentos. BUENO, de repente todo eso se fue, desapareció. Y recuerdo el preciso momento en el que ocurrió (no el día, pero si la situación).

Un día de tantos que estaba en mi roca en la playa cerca de la casa donde vivía en Split, seguramente con mi música, mi mate, mi cuaderno y algún libro, miré a mi alrededor como hacía siempre y con el corazón completo de felicidad el pensamiento fue “no necesito nada más”. Y ahí comprendí que había sido el principio de una nueva vida, de una nueva felicidad. De una vida plena porque el entender que mi alegría dependía de estar sola conmigo y rodeada de lo que me hace bien (como es la naturaleza, el mar y la playa) era el clic que necesitaba para destrabar ese sentimiento de soledad que muchas veces sentí. Y no sé cómo (entiendo que el cerebro habrá dicho en ese preciso instante, “Celeste llevas años de terapia, me voy a destrabar”) pero les juro que fue el sentir un estado de entendimiento. El comprender que por primera vez en mi vida me estaba amando a mí. Sólo a mí. Y saber que a partir de ese momento sólo me elegía primero a mí, luego a los demás. Que no necesitaba estar con nadie más para disfrutar (por supuesto que parte de mi personalidad es disfrutar mucho con otros, pero quiero dejar en claro que una cosa no quita a la otra, al contrario la potencian; porque el saber cuándo elegirse uno y cuando estar con otros hace que esas relaciones o esos momentos sean mucho más reales y no sean por necesidad).

Pensarán, esta loca empezó a contar algo de la sociedad de Croacia y terminó hablando de ella. Pero todo tiene un por qué.

Y es ahí cuando ato los hilos. Y el verse plenamente con uno hace que uno encuentre su sol, ese que lo hace brillar (luego hablamos un poco de astrología cuando quieran) y cuando uno brilla, cómo los demás no van a querer brillar con vos.

En Split comencé a sentirme plena. Me sentía bien conmigo, con mis elecciones, con mis decisiones. Viví en mi propio ser otro concepto del que habla la espiritualidad y es que cuando los pensamientos, las emociones y las acciones de uno concuerdan y están en armonía, eso significa estar en paz: vivir en paz y estar en paz con uno mismo y por lo tanto con los demás. Y así me encontré.

Y la sociedad croata es… complicada. Es una sociedad que siento que aún sigue viviendo en los años 90 (en los bares donde no se vende comida, se puede fumar dentro por ejemplo); es una sociedad muy religiosa, machista, homofóbica, xenófoba… sobre todo en ciudades pequeñas como Split. Pero ¿saben qué? Yo no la voy a cambiar. La única forma con la que puedo contribuir en el cambio es siendo como yo soy (que eso ya es muy diferente a como son ellos) y no haciéndome problema. Porque estoy segura que cuando alguien comienza a ver maneras diferentes puede discrepar o puede asentir. Y otra de las cosas que me gusta es preguntar a las personas qué piensan ellos de su propia sociedad.

Así me encontré con personas que (si bien tienen lo suyo, pues todos lo tenemos) fueron más que amables conmigo. Me dieron la bienvenida desde el primer momento y lo más importante, me hicieron sentir como en casa. Yo caminaba por las diferentes ciudades de la costa Dalmacia y me sentía parte de esos lugares. Quise aprender palabras, frases (sigo queriendo aprender) y de a poco a quienes al principio reaccionaban mal al no hablarles en su idioma, terminaban hablando conmigo en inglés y siendo curiosos por qué una argentina estaba viviendo allí. Recibí hasta una frase hermosa de una clienta que me dijo “Quédate en Croacia el tiempo que quieras. Sos bienvenida.”

Y cómo no estar a gusto en un lugar que te abre los brazos. ¿Y cómo no estar a gusto en un lugar en donde tengo playa, mar, bosque y montaña al mismo tiempo? Porque les voy a decir la verdad, mi felicidad estaba en irme todos o casi todos los días aunque fuera un ratito a disfrutar del mar. Y si no era a la mañana, era a la tarde para ver los increíbles atardeceres que se ven en esa parte del Mundo.

Croacia me terminó de enamorar. Y aún tengo ese enamoramiento de los primeros meses en donde no le encuentro muchas cosas malas… Discúlpenme.

«Vivir en paz y serenidad con uno mismo, sintiendo intensamente la vida y disfrutando de la imperfección de nuestro andar por un camino jamás recorrido antes, por el camino de la vida.»Del libro Wabi Sabi, Tomás Navarro

QUÉ ME LLEVO DE CROACIA

A Croacia lo tengo tatuada en mi alma (quizás en unos meses en la piel).

Si bien es real que de la sociedad no hay mucho que aprender sino mejor mostrarles a ellos cómo se puede ser diferente, creo que empieza a haber de a poco un pequeño cambio. Personas que son diferentes y que no quieren irse de su lugar por serlo (porque eso aún pasa). Como siempre, las sociedades son diferentes en las distintas regiones donde viven. Me han dicho que quienes son de la ciudad capital son mucho más abiertos, pero bueno… siempre se llega un poco al mismo punto.

Esta vez creo que lo que me llevo del lugar es lo que me dio a nivel personal. Muy individual.

Lo lindo de Split es que es un lugar tan turístico que uno también puede conocer a personas realmente de muchas partes del Mundo. En el restaurant soy camarera, y a mí me gusta hablar con las personas. Así me encontré hablando casi todos los días con nacionalidades diferentes: alemanes, canadienses, indios, españoles, franceses, mexicanos, argentinos, uruguayos, italianos, croatas, ingleses, y muchas más seguramente que no recuerdo en este momento. Y de esas conversaciones me han pasado sus instagram diciéndome que tengo casa en Berlin; me han dejado de regalo artesanías que hacían; me han pasado contactos de trabajo en el caso que no me quedara allí; me han dicho que lo que hago del viajar es admirable (muchas veces me lo dijeron eso); me han invitado a participar de meditaciones y prácticas de yoga. Por lo que puedo decir que una de las cosas que me llevo de Croacia es amor.

Split es un lugar donde sé que brillé. Venía de Andorra, de compartir mucho con nuevos y viejos amigos porque fueron meses en donde necesitaba del amor y de la compañía de los otros para fortalecerme; y allí fue un lugar en donde sentí que todo ese amor y esa fuerza que había recibido meses anteriores se volcó solamente a mí.  

Tuve la suerte de que en Split seguí compartiendo con dos grandes amigos que me hice en la tempo en Andorra: Marti y Fabri. Ellos fueron mis sostenes siempre, desde el día que nos conocimos. Logramos ser familia en tan poquito tiempo y tenerlos en el mismo lugar también fue magia para mí. Porque además son de esas amistades con las que sabes que siempre todo va a estar bien. Que hablarnos todos los días está bien, pero que no hablarnos por una semana, también está bien. Que decirles “hoy no quiero juntarme, quiero estar sola” lo van a entender y se van a alegrar por eso también. Y eso es valiosísimo. La verdadera amistad, el verdadero amor. El que no hace dramas, el que está. Y de la manera en que cada uno puede estar.

En el viajar uno se encuentra muchas veces con situaciones que tiene que atravesar sólo, y saber que tiene personas que te dicen, “acá estoy” como la familia, sin importar las adversidades, es mágico.

De Croacia me llevo las personas que me fui cruzando que todas me abrieron, a su forma, su corazón. Imagínense que la dueña del departamento donde alquilaba el día que me fui y que le dejé las llaves, le regalé uno de los cuadernos que hice, y se puso a llorar. Cómo no me voy a llevar ese recuerdo conmigo!

Croacia es un país hermoso. Con una naturaleza inimaginable. Con lugares que aún no están tan explotados. Que si uno quiere salir de lo turístico encuentra. Croacia siempre que fui me recibió de la mejor manera. Y en parte eso también es por su gente.

Si bien esta vez hizo que me reencuentre conmigo, somos parte de un todo también.

En Croacia tuve la valentía de ponerle valor a mi fotografía, de ofrecer lo que hago. En Croacia tuve el valor de decirme “lo que se del tarot se puede compartir, y se puede hacer un intercambio energético por eso”. En Croacia me valoré. Me expresé. Me amé. Volví a escribir mucho. Saqué muchísimas fotos (y creo que de las mejores que he sacado al momento). Me reencontré con muchos amigos que vinieron a visitarme. Por primera vez las personas vinieron y no fui yo donde estaban. Aprendí. Desaprendí. Y volví a aprender. Me conecté con mi alimentación, con mi cuerpo, con mis ganas. Decidía ese mismo día cómo sería mi día, qué haría. Y me dejé llevar mucho.

En Croacia dejé morir a una Celeste que ya no me correspondía. Tuve la fortaleza para decirle que no a un trabajo de temporada seguro porque sé que no es lo que más me gusta y decidir viajar. Sin mucho dinero, pero con muchas herramientas y experiencias en mi haber. Me reconecté con mi sentir. Con mi alma. La escuché, todo el tiempo, la escuché. Me hice fuerte, pero también caí. Y lo más lindo que esas caídas no fueron muy por debajo de mi punto cero, sino que así como me caía me levantaba. Aprendí que a veces uno se juzga por todo lo que dio, pero que eso que dio es lo que uno es y es perfecto. Que el victimizarse es sólo entrar en un círculo para no hacerse cargo. Aprendí también que cuando uno no está pensando en que está solo o sola, las personas aparecen sin ser llamadas.

Siento que estando en Croacia fortalecí muchos vínculos, de amistad, de personas que han estado en un momento en mi vida y que en este presente no estaban. Retomé el contacto con almas que amo y que con las que no hablaba, pero lo hermoso fue que siempre estuvieron.

En Croacia crecí. Crecí como persona, crecí como mujer. Les aseguro que hoy camino más libre. Sin tanto peso como el que cargaba hace unos pocos años (o meses) atrás. Y eso es hermoso. Estar en paz con uno mismo es el más bello regalo que podemos darnos en esta vida.

Tengo miles de cosas que decir de estos meses. Tengo miles de cosas escritas. Miles de anécdotas y recuerdos en mi memoria (como que fue el primer año que pasé el día de mi cumpleaños sola, elegí irme a conocer un nuevo lugar y sólo estar con mi presencia, y fue mágico). Miles de aprendizajes. Y el corazón extasiado de amor. Pero aquí los dejo. Porque a veces no puedo resumir cuando realmente mi alma vibra en alegría.

El tarot me dijo que era inevitable que en los próximos meses viajara. Lo que no me dijo era el destino, porque eso lo decido yo. El destino que elegí fue mágico, impensado. Un sueño que siempre quise hacer realidad, y aquí estoy hoy, haciéndolo realidad. Meses después, escribiendo esta nota, en una casa en Japón. Y quizás fue aquí donde estoy escribiendo porque estos días me conecté nuevamente con el mar.

Me quedan unos meses de viaje, no los voy a spoilear. Pero han sido mucho más hermosos de lo que pude haber imaginado. Los dejo. Me espera un mes por Europa antes de despegar una vez más hacia tierras asiáticas!

«Cuanto más tiempo vivo, más hermosa se vuelve la vida.» – Frank Lloyd Wright.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *