MIS EXPERIENCIAS DE VIAJE

7 meses exactos, 7 meses mágicos en mi país de origen: Argentina.

Como ya les comente en la nota anterior la vuelta a Buenos Aires fue de una semana a la otra, porque así deben suceder algunas decisiones (o por lo menos así lo creo yo).

Esta vuelta fue con todo la verdad, hasta con dos viajes hermosos por el país con amigas. He trabajado, he vuelto a jugar a la pelota en el club que considero mi familia. Me he reencontrado con la mayoría de mis amig@s.  Me he llenado del amor de toda mi familia, y por sobretodo de mis sobrin@s y me volví a abrazar con Lolo (mi perro).

Sin querer fueron 7 meses exactos, llegando a Buenos Aires el 24 de Enero y yéndome de la misma ciudad el 24 de Agosto. Y si de números mágicos hablamos, el 7 es justamente un número que nos habla de pensamientos profundos, de una búsqueda de perfeccionamiento intelectual y espiritual; representa lo sagrado, enlazando lo Divino con lo humano, formado por el tres (la divina trinidad) y el cuatro (los elementos de la tierra). Y les cuento esto porque mi vuelta a mi ciudad fue mucho de esto. De verme yo. De sentirme, de entenderme, de modificar muchas cosas que ya no me pertenecían. De estar mal, con muchas emociones juntas, a irme mejor con las cosas un poco más claras y por mucho camino por continuar espiritualmente hablando (y de manera nómade también).

Fueron meses en donde volví a hacer cosas que extrañaba con el alma: estar con mi familia, compartir con mis amig@s, reencontrarme con personas que hacía muchísimos años no veía, jugar a la pelota, entrenar con mi hermana, volver a hacer terapia transgeneracional y otras terapias que necesitaba para reencontrarme con mi alma…

Al principio fue duro. Fueron muchas emociones encontradas: volver a vivir con mis padres luego de más de 10 años, hacerme de un lugarcito en donde ya no lo tenía (aunque siempre lo tendré), volver a recorrer las calles de mi barrio sin miedo a que me pase algo, con la misma seguridad con la que me había ido; disfrutar de cada encuentro con mis amig@s; seguir trabajando la soledad rodeada de personas (que a veces eso lo dificulta un poco más); nutrirme de nuevos conocimientos con algunos cursos que hice para tener como herramienta en mi próximo viaje… Y viajar un poquito (sólo un poquito) por Argentina.

Además, reencontrarme con el sentimiento de volver a planear la ida de Argentina con todo lo que eso implica: poner todas mis cosas en cajas, pero esta vez para que todo quede guardado para mi próxima ida a mi ciudad, y la verdad que ese sentimiento a pesar de que es felicidad, es tristeza y melancolía. Por qué? Porque en esta ida a Argentina reconfirmé que no es el lugar donde quiero vivir, y al mismo tiempo están allí todas las personas importantes para mí. Y volverse a separar de todas ellas nuevamente luego de volver a pasar encuentros increíbles duele al alma, aunque sepa que nunca los abandono, que siempre los tengo en la mente y en el corazón. Pero una, dentro de ese sentimiento, sabe que sale al mundo nuevamente a conocer personas, un proceso que cuesta y que por momentos cansa un poco, aunque ojo, es hermoso a la vez!

Bueno, volviendo a mi regreso la verdad que después de tanto y con tantos meses allá (más de los que creía) fueron un montón de experiencias para contar, que al mismo tiempo fue tantísimo que no me dan tantas ganas de contarlo… Pero como no la quiero hacer tan larga y redundante por sobretodo, mi regreso fue maravilloso, en el momento perfecto.

No tiene utilidad volver a ayer, porque entonces era una persona distinta. – Alicia en el país de las maravillas.

QUÉ ME LLEVO DE ARGENTINA (pensé que nunca iba a escribir este título para ese país).

AMOR, muchísimo amor: de mi familia, de mis amig@s, de la red que logré en todos estos años y que alimenté también en mi viaje. Reencuentros maravillosos. Risas hasta convertirse en carcajadas. Conocer nuevos seres que me han dado todo su afecto y apoyo. Goles! Y una copa de “oro” con mi Club que amo con mi ser. Abrazos, muchísimos y de todo tipo. Juegos con mis sobrin@s. Más abrazos con mis sobrin@s. Charlas y confidencias. Entendimiento, muchísimo entendimiento de mi ser y de los demás. Rabias, muchas rabias y cuánto llanto! Llanto por quienes tenía al lado mío, y por quien tenía lejos… muy lejos. Más entendimientos. Aprendizaje (elegí aprender con mi amiga que es una genia haciendo encuadernación justamente a realizar cuadernos con mis propias manos y hacer así real el proyecto de vender mis propios cuadernos de PostalesdeunViaje! con mis fotos; y estudié tarot egipcio simplemente porque lo sentí). Felicidad. Viajes. Libertad. Andar nuevamente en bici todos los días. Muchos besos de Lolo (mi perro). Reencuentro con seres que hacía muchísimos años no veía. Terapias, terapias espirituales que considero necesarias para seguir hacia adelante. Corte de pelo nuevo y que creo que me acompañará por muchos años más. El comienzo de la conexión con la naturaleza en mi viaje a Córdoba y San Luis. Tatuajes. Más entendimiento. Y por sobre todo gratitud, total gratitud por todo lo aprendido, por todo lo comprendido, por todo lo vivido.

De Argentina también me llevo tristeza porque con todos estos años que estuve afuera y que recordaba a mí país con anhelo, con melancolía, con amor, es un poco doloroso darse cuenta que es un lugar en el que ya no quiero vivir, no porque no lo ame, todo lo contrario, sino porque es un lugar del que ya no me siento parte. En este último tiempo no es que me he dado cuenta (porque ya lo sabía) sino que he aceptado que amo y elijo esta vida que me lleva a no parar de viajar, a ser una constante nómade y autodefinirme de esa manera me hizo aceptarme y reconocerme: en esa imagen mía de estar sola con una mochila y el mapa (del celular por supuesto porque los mapas físicos son mis souvenirs de cada lugar) viajando hacia donde mi corazón me guía sin conocer ni siquiera nade del lugar al que me dirijo. Y qué pasa cuando uno se reconoce? Por muchos momentos a un@ le da “miedo”… en qué se preguntarán si es lo mejor que hay lograr el auto reconocimiento. A mí por ejemplo en esto de no querer volver más a Argentina y seguir conociendo lugares que siempre me parecerán mejores, porque dónde queda ahí la familia? No querer volver y no compartir tiempo con mi perro, el que adopté. No ver el crecimiento de mis sobrin@s. Y cómo crecen mis padres. No ver a San Lorenzo, mi otro gran amor, o no volver a jugar a la pelota. No estar nuevamente en eventos “especiales” para las personas o esos momentos que la sociedad dice que son más importantes que otros días… (a lo que nos acostumbramos si un@ se pone a pensar sólo un segundo, a una vida en donde todo lo demás dice qué está “bien” y que “mal” porque sino no sos una persona que ha logrado todo en su vida: ir a la escuela, luego a la universidad, conocer a una pareja, casarse, tener hij@s o una mascota, tener hij@s si has elegido primero tener una mascota o tener más mascotas si elegis no tener hijos, tener el dinero suficiente para sobrevivir -porque en argentina se sobrevive no se vive- todos los meses, ah! y me olvidé de en que en alguna etapa de las anteriores debes comprarte un coche! Cambiarlo dos o tres veces en tu vida por lo menos, y el celular también. Jubilarte, seguir trabajando porque sino no alcanza para vivir hasta que todo vuelve a comenzar).

Perdón, el de arriba, fue el paréntesis más largo de mi historia jeje.

Pero también me llevo alegría porque antes de volver a mi ciudad (cuando aún estaba en Andorra y tenía que decidir qué hacer) tenía mucho miedo de que si iba no iba a poder salir nuevamente como en el 2018, pero por suerte tuve la dicha de hacerlo. De creer en mí y así poner las condiciones necesarias para lograr mi objetivo: seguir viajando. Y si bien como para variar lo que planeé en ese momento no fue la realidad (iba a regresar en diciembre y no lo hice, si me siguen en mi IG sabrán donde estoy escribiendo ahora y sino ya se enterarán en las próximas notas), tuve y tengo la dicha de seguir camino. De encontrarme en el lugar en el que tengo que estar para cortar con ciertas cosas, para seguir avanzando con otras, y tomar las decisiones que me lleven al siguiente paso.

Mi viaje sigue en compañía, una compañía que es perfecta no sólo porque es mi hermana de corazón con quien sabemos que si está todo mal nos lo decimos y a los pocos minutos nos volvemos a abrazar, decirnos que nos queremos y seguir adelante, sino porque es una de esas almas que me hacen aprender un montón en el camino junta a ella. Mi viaje sigue en compañía de Pepa, una tremendísima amiga que conocí la primer temporada de Andorra. Nos vamos juntas a Tulum, México donde no sabemos qué nos va a deparar la vida pero vamos justamente por eso (o eso es lo que yo creo). México… el que terminó resultando el primero de este segundo viaje que comienza allí y que seguramente se convertirá en uno de los mejores donde he estado…

México, allá vamos!    

Destrózate, rómpete en mil pedazos. Es hora de ser realmente libre y recuperar tu majestad. – Del libro Kalinka.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *