Cuando las circunstancias de mi vida hicieron que ya no viajara más de esa forma, decidí hacer unas vacaciones al tan famoso y conocido NOA Argentino. Teniendo sólo 15 días, y queriendo visitar las 3 provincias (Tucumán, Salta y Jujuy) y junto con las recomendaciones de gente que ya había estado y me decían que 15 días alcanzaban… me fui a realizar ese viaje que desde hacía años quería hacer!

«Una vez al año ve a un lugar al que no hayas ido nunca» – Dalai Lama.

Empezando con el calor extremo de San Miguel de Tucumán y siguiendo por la calidez de Amaicha del Valle empezó el viaje. Y ya en el segundo destino, no quería irme a otro lugar! Ni tener que volver en una fecha determinada a Bs. As.!!Me empezaba a dar cuenta que esto de viajar con una fecha de ida y una fecha de vuelta no estaba para nada bueno! Además que en cada viaje vas conociendo a otras personas que les preguntas “¿Y vos, cuándo volves?!” y las respuestas muchas veces son: “No tengo fecha de vuelta” “En 6 meses más o menos porque estoy recorriendo América” “En dos meses porque vengo viajando desde hace meses atrás” etc. etc. etc. Y ahí tu vida se pone cada vez más triste! Y te preguntas, por qué yo no hago eso y me sigo atando al asfalto de Buenos Aires???!!!!

Descubría que hay lugares que nadie te dice, que no son tan turísticos y que te enamoran! Que hay personas que te hacen sentir como en tu casa aunque estés compartiendo un baño con 20 desconocidos. Que cuando uno viaja vive en un estado de “enamoramiento” constante y que por más que las cosas a veces no salgan como uno espera, aprende de eso y sigue adelante. Y eso es lo más lindo de los viajes!

POR DÓNDE ANDUVE?

En este primer viaje, por supuesto que no pude hacer todas las ciudades y pueblos que me imaginaba. Estuve en San Miguel de Tucumán, Amaicha del Valle (en donde me quedé más de la cuenta), Tafí del Valle, Cafayate (sólo me quedé una noche ya que la energía del lugar no fue de mi agrado), Salta capital, Purmamarca, Tilcara, Humahuaca, Yavi y Villazón en Bolivia.

Por eso al año siguiente volví (también sólo tenía 2 semanas de vacaciones – no, aún no me había decidido a dejar todo para irme a viajar) y seguí recorriendo el Valle de Lerma en Salta (Cerrillos, Campo Quijano, Chicoana, Cabra Corral) y Jujuy. Conociendo lugares nuevos y extraordinarios como Cachi, Iruya y Maimará.

QUÉ ME LLEVÉ?

Volviendo al comienzo de la nota, y a donde realmente quiero llegar, el NOA Argentino fue el viaje que me abrió la cabeza (recuerdo que cuando volví a Bs. As. y a mi trabajo, estaba totalmente amargada, sin ganas de seguir mi vida en Capital).

Aprendí a que en un mismo país hay muchas/demasiadas realidades diferentes. Que cada lugar es un mundo, y que en ese mundo a veces no es tan fácil sobrevivir. Que las luchas no son las mismas en cada lugar, ni tampoco las personas.

Que en la acalorada capital de Tucumán, tenés que mirar diez veces antes de poner un pie en la calle porque sino los autos te llevan por delante, pero que en la increíble Amaicha la gente es sencilla, casi no hay autos y que les encanta la semana del carnaval (a quién no!).

Que no importa cuántas montañas ves, porque son todas diferentes y cada una te regala su propio paisaje.

Que la gente no necesita tanto, porque vive con menos.

Que no importa tener el último modelo del celular, porque los chicos juegan a la pelota a más de 2mil metros de altura.

Que hasta en la ciudad más árida como Yavi, hay lugar para una vegetación hermosa a orillas del río y los caballos pastando.

Y lo más importante y lo que me llevé para toda la vida: en la ciudad donde vivo no existe el de al lado, ya no importa si el que está al lado tuyo en el subte, en el colectivo o en la calle está mal, mientras vos estés bien. Que caminas por la calle mirando el celular, o escuchando música para no involucrarte con el entorno que te rodea. Que no nos importa la naturaleza, porque es mejor comprarse un auto para hacer dos cuadras, total!!! Que no importa cuándo saco la basura, ni cómo lo hago. Que mientras más cosas me compro, mejor soy.

PERO GRACIAS AL UNIVERSO existe otra realidad y para mí mucho más sana y la que cada uno de nosotros llevamos realmente en nuestro corazón, y es lo que el NOA me enseñó:

No corramos, porque no sirve de nada correr si no nos tomamos ni cinco minutos para preguntarle al de al lado cómo está. Que no importan las cosas materiales, cuando uno puede tener lo necesario para vivir, porque la felicidad no está en las cosas sino en cómo uno se toma la vida. Que es más lindo mirar al que viene por la misma cuadra y decirle «Hola! / Chau! / Hasta luego!» con una sonrisa, antes que pasarle por delante sin darse cuenta de quién es. Y para mí lo fundamental: SOMOS PARTE DE LA NATURALEZA, no la destruyamos más porque al destruirla nos estamos deteriorando nosotros cada vez más.

El día que junto con un chico aborigen de Jujuy agradecimos a la Pachamama por dejarnos estar donde queríamos, ese día entendí todo (o parte del todo). Y gracias a mí, pude comenzar a ver mi realidad desde otra perspectiva, con otros ojos.

Cada vez que puedo vuelvo al norte, aunque sea un fin de semana largo, porque la paz y la felicidad que me genera no la he encontrado hasta el momento en ningún otro lugar.

“El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”. – San Agustín