Andorra: vivir entre montañas.
Andorra fue Andorra. Una decisión que todos los días me preguntaba del por qué y una experiencia que me fortaleció día a día.
Primero los pongo en sintonía: elegí irme a Andorra porque decidí quedarme en Europa y no volver a Argentina como tenía planeado, pero para eso necesitaba plata! Y este país es uno de los pocos que no pertenecen al espacio Schenguen dentro de la Unión Europea y te dan permiso de trabajo sin tener pasaporte de la comunidad. Por lo que hasta acá todo parecía perfecto. Sumado a que los sueldos son muy buenos.
Realmente es un país que es difícil de explicar si uno no está allí, de hecho cada vez que hablaba con alguien que había estado en Andorra y me explicaba cómo es el país yo no podía imaginármelo. Es uno de los países más seguros en los que uno puede vivir (no lo digo yo, sino que salió una nota afirmándolo jeje), donde los autos frenan para que el peatón cruce, los temporeros se acostumbran a hacer dedo para ir a de una “parroquia”, como ellos llaman a los diferentes pueblos que hay, a otra, los nenes andan solos por la calle; podes salir a cualquier hora de la madrugada que NADA va a pasar, y nada pasa porque todo cierra temprano (los restaurantes cierran las cocinas a las 23, muy pocos bares, creo que dos, cierran entre las 2 y las 3 de la mañana; los negocios cierran a las 20/21hs). Y en los pueblos más al norte en algunos ni siquiera hay supermercados. Estas parroquias son de muy pocas cuadras concentradas al lado de la ruta que atraviesa todo andorra, en cada uno de los dos valles que dividen al país.
Dada esta introducción sigo con mi experiencia.
Llegué a Andorra en busca de una nueva aventura, la verdad que muy ilusionada pero llena de miedos, porque sinceramente ya no tenía plata para seguir y debería encontrar trabajo sí o sí. Y tuve (en verdad tuvimos todos los que fuimos) la mala suerte que fue una temporada muy mala, en donde la nieve empezó a caer a fines de diciembre, más que nada en enero, cuando por lo general empieza a nevar en noviembre.
Por esta razón encontrar trabajo fue bastante difícil, de hecho conocí muchos chicos argentinos que fueron desde nuestro país directo a buscar trabajo allá y se volvieron porque no consiguieron nada.
Otros tantos que se quedaron trabajando en negro… y otros que se quedaron y consiguieron trabajo recién en febrero. Aparte muchos de los comercios en vez de terminar la temporada en Mayo como es habitual, cerraron a mediados de Marzo o Abril, porque ya no caía nieve. Por lo que los que tuvimos trabajo hasta el 30 de Abril fuimos privilegiados.
“Nada sucede por casualidad. En el fondo las cosas tienen su plan secreto aunque nosotros no lo entendamos.” – Platón
Sumado a los miedos, mi llegada a Andorra estuvo acompañada de pasar por un momento en lo personal malo, definitivamente. Coincidió con la decisión de cortar la relación que mantenía a distancia con mi pareja, de darme cuenta que la relación que tenía con una de mis amigas con las que fui allá no iba ni para atrás ni para adelante, y sumado a que ya no quería seguir trabajando a distancia con lo que estaba haciendo porque me traía más dolores de cabeza que otra cosa. Todo eso, junto. Por lo que a medida que iban pasando los días y el trabajo no aparecía y las ganas se diluían, se me venía a la cabeza todo el tiempo el decidir dejar todo como estaba y volverme a Bs. As. Pero a pesar de eso, algo dentro mío me decía que aún no era el momento (hay muchos momentos en los viajes que nada es fácil y menos cuando uno está solo porque cuesta a veces parar la pelota y pensar en frío. No todo en los viajes es color de rosas, y cuando uno no puede poner la cabeza en frío para seguir adelante cada día es un ancla). Y aparte de todo esto sentía que no tenía a esa persona ahí conmigo con la que pueda confiarle las cosas que me pasaban, y muchas veces hablar por whatsapp con los amigos o con quien sea se vuelve tedioso. Lo que necesitaba en ese momento era juntarme a tomar unos mates y charlar con esas personas que sé que les puedo contar hasta mis más terribles defectos!!
Y por eso en medio de la búsqueda de trabajo, contando los euros y frenando todo un poco me tuve que ir a Barcelona a visitar a Mica y distanciarme de todo eso que no me estaba haciendo bien.
Porque Andorra comenzó duro…
Llegada el 12 de noviembre, recién empecé a trabajar el 27 de diciembre… en un trabajo que nunca quise hacer, pero que no tenía elección y que el día que me llamaron me puse feliz porque fui de una de esas personas que había conseguido algo.
Para que se den una idea, éramos 5 chicas que estábamos juntas. Primero viviendo en una casa en una de las parroquias, luego nos tuvimos que mudar a otra casa en otra parroquia. Eso en tan sólo 15 días. Porque todo era caro, porque los alquileres habían subido mucho de precio, y muchos si no tenías trabajo no te alquilaban (pero si no tenías dónde vivir, era difícil conseguir trabajo porque cuando la nieve cae es difícil trasladarse de una parroquia a otra, entonces había muchos lugares que si no vivías cerca, no te contrataban). Por último decidimos irnos a alquilar una habitación en una residencia en la ciudad, pero como no había lugar tuvimos que esperar que se liberen 4 lugares y así en la última semana pasamos 1 noche en la casa de unos amigos, 3 días en una casa que conseguimos barata y una noche en un hotel! Agotador! Por suerte de las tres que faltábamos conseguir lugar en la residencia pudieron irse dos y quedé yo boyando nuevamente. Así que volví a lo de mis amigos una noche, y la otra noche la dormí en la casa de un chico que no conocía pero con el que me iría al otro día a ver la final de la Libertadores que jugaron River – Boca en Madrid (sí también tuve la posibilidad de ir a ese partido porque una de mis amigas de Buenos Aires me regaló una entrada que le sobraba, así que fui a encontrarme con ella y ya que estaba ver la “super final” jaja).
Pero! Todo cansaba… no tener trabajo, no tener un lugar fijo, andar con la mochila de acá para allá, que todos te decían que no había trabajo, sentir que la energía del lugar no era buena… Y no quedaba más que seguir, y esperar a que sonara el teléfono.
Por suerte cuando volví de Madrid ya tenía lugar en la pensión con las chicas, así que llegué y me fui para allá. Lo bueno del hostel es que éramos 99% argentinos. Empezamos a apoyarnos entre todos, a conocer las diferentes historias, a cenar como familia, a festejar los cumpleaños que tocaban, a salir. Y todo empezó a ser un poco más ameno.
Hasta que un día nos llamaron a las 3 que quedábamos del hotel donde trabajaba nuestra otra amiga que había sido la única que al momento había conseguido trabajo! Fuimos a la entrevista y quedamos! (a todo esto me olvidé de contar que en el medio yo había tenido una entrevista en la que no quedé). Así que todo era felicidad! No nos importaba el puesto, ni el lugar, sólo que habíamos conseguido trabajo y encima nos daban alojamiento y comida, lo que significaba que el sueldo iba “directo al bolsillo”…
Yo fui la última en empezar a trabajar porque como había estado en países asiáticos en el último año me tenían que hacer la reacción a la tuberculosis si mal no recuerdo.
Pasamos navidad y año nuevo con los chicos de la pensión y empezó el 2019, con todo lo que eso prometía.
Voy a tratar de resumir porque escribir 6 meses sería eterno! Fueron meses duros en MI experiencia, en donde el país no me gustaba, el trabajo era agotador, no sólo por el esfuerzo físico que me tuvo una semana con dolores en todo el cuerpo, sino porque el ambiente era el peor! Todos (exactamente TODOS los días) mis compañeros se quejaban de algo, si no era con la gobernanta que bien conchuda era, de la comida que nos daban – y decir que ellos no eran los vegetarianos que sólo tenían papa para comer o a veces sólo fruta!, si porque si hay algo en donde Europa aún está atrás es con el vegetarianismo… desde que te preguntan si pescado no comes (señores el pez es un animalito!!!), hasta que todas las comidas las hagan con carne, incluso las ensaladas!
Además de esto el hospedaje que nos daban era una habitación con dos cuchetas, unos lockers de armario y un baño que no tenía ni cortina para ducharse (y nunca la tuvo!). Tuvimos que rescatar una mesa de la basura, unas sillas también y otras cosas para estar un poco más cómodas! (en Andorra lo bueno es que podés agarrar todo de la basura porque la gente las cosas que no están rotas las dejan a un costado y hasta en muy buen estado. De hecho hay hoteles que cambian los colchones y los temporeros los agarran para sus casas).
Otra de las cosas que para mí era terrible es que en Diciembre y Enero sobre todo, los meses de pleno invierno, atardecía donde nosotras vivíamos a las 17/17.30hs. Lo que implicaba terminar de trabajar, bañarnos rápido y salir a tomar unos mates con los últimos rayos de sol del día.
Y que Andorra es muy tranquila, tanto que la mayoría de los comercios a las 20/21hs cierran (sin contar los domingos que cierran antes), los restaurantes cierran la cocina a las 23hs cosa que si llegas 22.30hs algunos ya te dicen que no podes comer…
La contrapartida de que sea un lugar tranquilo es que uno vive más que seguro que no le va a pasar nada! Es un país que siempre dije (porque también me pasó) que para entenderlo hay que ir y vivir en él. Las personas te levantan con el auto si uno hace dedo. Si perdes algo sabes que te lo van a devolver. Podes caminar por Andorra literalmente a cualquier hora porque no va a pasar nada. Los nenes van solos al colegio. Las normas se cumplen. En la ciudad hay cámaras en la peatonal principal. Y muchas más cosas que para nosotros serían impensadas.
Bueno, para seguir con mi experiencia… en Andorra la pasé mal, lo que hizo que los momentos buenos, sean aún mejores! Por suerte conocí a grandes personas, las que aún me acompañan en mi vida, pero también conocí ciertas personas tóxicas, esas de las que hacía tiempo no me cruzaba!
En Andorra me volví a topar con ciertas cuestiones personales que pensé que ya había superado y no! La vida me las puso nuevamente enfrente para que me de cuenta que aún no estaban aprendidas o que aún debía sanar.
En Andorra la pasé mal, me costaba cada día, me sentía encerrada y pensé más de muchas veces en dejar todo e irme, pero no tenía plata para seguir. Porque si bien los sueldos son buenos, me sirvió para saldar unas deudas que aún tenía en Buenos Aires, me sirvió para escaparme cada vez que tenía varios días libres juntos (en mi trabajo cuando trabajabas un feriado no te lo pagaban doble como suelen hacer sino que nos daban un día libre luego, que por lo general te lo juntaban con tu día libre de la semana y así nos permitía tener 3 o 4 días sin trabajar) y conocer otras ciudades como Toulouse, Girona, por supuesto que irme a Barcelona. Pero cada vez que me caía pensaba y agradecía haber conseguido trabajo en esa temporada tan difícil! Porque fui afortunada. Porque quizás el Universo quiso que yo no volviera como quería y que siguiera viajando por el mundo!
QUÉ ME LLEVÉ DE ANDORRA???
Andorra fue aprendizaje, de un montón de cosas para mi persona. Fue más que un lugar de temporada al que quizás no volvería más o quizás sí. Porque muchas veces para sanar con ciertas cosas hay que volver, y vivir ese segundo momento desde otra perspectiva.
Andorra fue diferente a todo mi viaje, y en sí el país no tiene nada en particular que se pueda destacar, salvo las pistas para hacer sky y snow en invierno. Por lo que todo lo que me llevé de la experiencia fue un trabajo interno para sanar cosas que no tenía sanadas, otras que pensaba que sí pero no! Y muchas experiencias para fortalecerme y seguir evolucionando.
Andorra no es fácil, tampoco es difícil, pero pone todos tus defectos y todas tus virtudes al rojo vivo. Estas constantemente mostrándote y mostrándole a los demás tu forma de ser, así bien cruda. O por lo menos eso es lo que nos tocó a todos los que tuvimos que estar en esta temporada que fue una de las peores porque la nieve no quiso caer! Y así todos tuvimos que tener paciencia, constancia, buen humor, no dejarnos vencer por la ansiedad, esperanza y por sobre todo ganas de seguir.
«La vida es maravillosa y perfecta. Todo ocurre como tiene que ocurrir para que al final lleguemos donde tenemos que llegar. A veces duele, a veces no la entendemos, pero al final, siempre hay una recompensa» – Paola Calasanz (Dulcinea).
Y como todo tiene su fin, llegó el fin de la temporada (que por suerte la trabajé hasta el final), cansada, contando los días pero terminó y me quedaba seguir… Y ya no seguiría sola mi camino…