MIS GANAS DE MUNDO

17.04.2023 – Koh Phangan, Tailandia

En homenaje a mi abuela materna: Susana Bruno.

Hoy 17 de Abril mi abuela materna cumpliría 100 años. Un montón creo yo para un humano, no sólo porque inevitablemente el cuerpo físico se empieza a deteriorar sino también porque desde hace años que hay tantos cambios a nivel mundial que creo que mentalmente es difícil para un humanx ir transmutando constantemente hasta entender todo al 100%. Imposible creo que yo, si hasta nos cuesta ir mutando a los más jóvenes!

Pero sobre la muerte quiero hablar un poquito porque hace unos días tuve una pequeña charla con una amiga que perdió a un ser querido. En verdad “perder” no se si es mejor término ya que en él se encierran palabras como “posesión”, no? Pero todo viene relacionado.

Ella me preguntó o se preguntó en verdad compartiéndolo conmigo por qué se tenía en su entorno sociocultural una visión tan oscura de la muerte, siendo que en otras sociedades se ve de una manera diferente.

Y aunque le respondí con ciertas creencias mías que las esbozaré en breve, me quedé pensando más allá de eso, cuán abiertos o cerrados podemos estar los humanxs al cambio. Al cambio de paradigma. Al cambio de pensamiento. Al cambio de estructuras. Al cambio de mandatos. Y cuanta comodidad e incomodidad hay con eso.

Por ejemplo, yo nací en los años 80 en una familia típica de Buenos Aires, de nivel socio económico medio en ese momento, en donde toda ella es católica. Me han bautizado cuando fui bebé, he ido a un colegio primario católico y por lo tanto tomé la primera comunión. Cada vez que pasaba frente a una iglesia me persignaba, pues era lo que me habían enseñado, pero sinceramente que yo no tenía mucha idea de lo que estaba haciendo o para qué lo hacía. Ese gesto de hecho lo mantuve hasta algunos años de la escuela secundaria.

Tuve la suerte de, por elección, ir a un colegio secundario laico. Por lo que si poco sabía del catolicismo con las clases que me daban de catequesis en la primaria, menos supe con el correr de los años. Pero… yo podría haber seguido la corriente, ir a misa, festejar pascuas, navidad y rezarle a un Dios con el cual me sentía muy poco identificada (creo que nunca me supieron explicar bien el concepto de Jesús en esta tierra). Pero más allá de eso con los años comencé a cuestionarme si las pocas cosas que me habían enseñado me correspondían. Si la fe que mantenía mi familia también era mía. Si estaba de acuerdo con un concepto de humano culposo frente a un único salvador que llegó a esta tierra hacía siglos y entonces nosotros debíamos rendirle culto y prometerle que no pecaríamos.

Y la verdad que cada vez me fui alejando más y más del poder de la iglesia, de concordar con un cristianismo o catolicismo (disculpen aún no se bien la diferencia) en donde pone al humanx en un rol de pecador con una constante culpa por el simple hecho de vivir. En donde justamente se ve a la muerte como algo trágico en donde según lo que se haga en la tierra uno tiene una recompensa o un castigo (imagínense haber vivido una vida difícil y encima luego de muerto ir al infierno, que cansador es hasta morir!).

Tuve la suerte de ser una personas que le gusta un poco (no muchísimo) indagar, por supuesto por curiosidad y otro tanto por darme permiso, y comencé a escuchar otras visiones, otros estilos de pensamiento no, para mí, tan cerrados a una estructura.

Entendí que cuando de dioses se habla, cuando de salvación se quiere, siempre el humano está un escalón más abajo. Entendí que cuando la fe es ciega (por beneficio de muchos) no existe religión diferente porque básicamente se pone la esperanza en otro y no en unx mismx. Se le pide a alguien que eso que quiero llegue, así de la nada. Se le pide por esperanza frente a una situación o problema. Esperando, simplemente esperando.

Vi como cualquier extremo en vez de unir, separa. Aunque estén hablando de amor. Comencé a mirar cómo en cualquier ámbito cuando el humanx interfiere las cosas se distorcionan.

Pero también vi creencias bonitas. Creencias en donde justamente las cosas oscuras son parte del proceso de luz. Donde lo malo sucede para que lo bueno llegue. Donde algo se vacía para que entre algo nuevo. Donde el recuerdo nunca muere. Donde el amor siempre está.

Reconocí en la cultura mexicana por ejemplo cómo celebran el día de los muertos con un entusiasmo, con una alegría inmensa. Llena de colores, de flores, de vida. En donde la muerte sólo es el paso a otro mundo, otra dimensión, otro plano. En la cual el espíritu de esa persona a la que quisimos tanto se perpetúa porque queda dentro de nuestro corazón. No hay plano que nos separe de ella.

Vi hace poco en Tailandia un funeral budista, en donde lejos estaban de llorar por quien había muerto. Había luces de colores, se sacaban fotos con el recuerdo de justamente una foto de quien había fallecido. El budismo considera como muchas filosofías espirituales como el hinduismo, en la reencarnación. Por lo que la muerte física de un alma es el paso hacia otra vida para así ir avanzando hacia el Nirvana (estado pleno de felicidad que alcanza el alma, que consta de ausencia total de dolor y de deseos y entra en un estado supremo de divinidad y amor).

En el hinduismo los cuerpos se creman (de ser posible en el Ganges, el río más sagrado de todo el país) para que el alma se libere del mismo y pueda seguir avanzando. Es decir, que no se quedan anclados con un cuerpo pudriéndose, con un concepto de cuerpo=ser, ya que el ser no es propio de un cuerpo físico sino de un alma.

En estas creencias es en las que yo elijo coincidir. Un alma que nos guía, plano tras plano, en donde sólo nuestro cuerpo físico es un instrumento para vivir y transitar en esta vida presente.

Miles y miles de creencias y costumbres existen y por supuesto las cuales desconozco, pero me quise anclar en estos ejemplos porque creo que son parte de liberar el dolor de una partida.

No porque el cuerpo físico no esté más en este plano perdemos a ese ser. Ese ser no lo reconocemos como humanx, pero lo más importante es que siempre está en nuestro corazón, en el amor que le hemos tenido, en las anécdotas que hemos vivido.

Hace años que mi abuela materna falleció, tanto que ya no recuerdo el año exacto, creo que 13 años. Mi abuela hoy cumpliría 100 años, pero en el momento que su ser decidió dejar este plano para continuar, les aseguro que fue un alivio para ella porque la vida que estaba viviendo ya no era vida.

De qué sirve perpetuar un cuerpo y no querer que se vaya si ese cuerpo sufre? No es un acto de los más egoísta que podemos tener como humanxs? Entiendo llorar una pérdida, es difícil para muchxs entender que ya hay un cuerpo que no comparte más con nosotros pero es realmente esa pérdida la que lloramos o es el espacio que deja esa persona en nuestro ser y que no sabemos cómo llenarlo? (creo que es similar a una ruptura de pareja en muchos casos, sobretodo los primeros en donde pensamos que nunca más habrá una persona que “nos haga felices”).

A qué conclusión quiero llegar con esto? Qué le diría a mi amiga, que por más que vivamos en una sociedad que nos impone cómo debe ser esto o aquello otro, queda en unx mismx entrar en esa estructura o salir de ella para un beneficio propio. Que no hay nada más lindo que cuestionarse las ideas que ya nos vienen dadas de antaño, para concluir en nuestras propias ideas y nuestros propios paradigmas.
Que una de las facultades que tenemos como humanxs es vivir y transitar nuestro propio camino, el cual es similar al de los demás (pues socioógicamente hablando, mas o menos todxs buscamos lo mismo de diferente manera) pero sin olvidarnos que cada camino es nuestro camino, es el propio, es inevitablemente diferente al de al lado, aunque sea en una sola piedrita, pero ya es diferente.  

La muerte es parte de la vida. Sin muerte no habría vida. En la misma naturaleza. En la misma historia del mundo. Si no hubiese existido un Big Bang, o el congelamiento de los dinosaurios, hoy nosotrxs no estaríamos acá. Si no hubiera muerte, no habría espacio para más nacimientos. Las plantas mueren para que la vida sea posible. Los animales mueren y de ellos se descompone vida, para la tierra, para el ecosistema (hablo de la muerte natural, no la provocada por el humanx).

En fin. Lo importante de la vida es vivirla con la mayor felicidad posible. Con el amor más grande que podamos tener hacia nosotrxs y hacia lxs demás. Con el respeto hacia cada ser vivx de este mundo. El paso siguiente no lo sabemos. No lo recordamos (hay quienes si). Vivir en el presente es el mayor regalo que nos podemos dar, reconociendo en cada ser la gratitud por compartir nuestra vida con nosotrxs. Agradecer por ese momento y agradecer porque ese ser decide no estar más en este plano para continuar.

Pd: luego de haber escrito esto, apareció una hermosa mariposa volando donde estoy.

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