MIS EXPERIENCIAS DE VIAJE

Rastede, Alemania: cómo mirar todas las series de Netflix.

Si, lo sé, el título no es el más alentador del mundo para hablar de una ciudad, pero durante tres semanas viví en el lugar creo que más tranquilo de esta tierra ¿? Bueno… tampoco para exagerar!

A Rastede llegué porque ya lo tenía planificado hace unos meses atrás. Los dueños de una casa estaban buscando dos personas que se quedaran durante tres semanas al cuidado de la casa y de las mascotas porque ellos se iban de viaje… dije que estaba interesada en hacerlo y luego de hablar por teléfono me dijeron que sí.

En principio yo pensaba que el “voluntariado” era en Oldenburgo, la ciudad más cercana de donde yo realmente estaba, y como la había googleado para ver cómo era y me había parecido que estaba bien… acepté sin mucho más pensarlo. Porque la realidad era: cuándo iba a tener mi propia casa en Alemania?

Y unos días antes de llegar, con las indicaciones de la dueña me di cuenta que claramente el lugar era a unos kilómetros de la ciudad. Y cuando llegué lo confirmé! (en este viaje las decisiones de no pagar hospedaje me llevaron a los lugares… una nueva forma de viajar que a veces sorprende para bien o para mal, pero que siempre sorprende y de lo que siempre se aprende!).

La ciudad de Rastede es divina. A ver… para que se la imaginen: vieron cuando ven esas películas estadounidenses que viven en barrios con todas casas bajas, jardines, los autos en las puertas (siempre dos, uno no es suficiente), algunos cafés en el “centro”, unos pocos supermercados, uno o dos bancos, la gente andando en bici, la plaza principal impecable con su iglesia chiquita y antigua… flores por todos lados y los autos transitando muy ordenadamente? Bueno… así es Rastede! De hecho a mi familia y amigos para que se lo pudieran imaginar se los describí como si estuviera viviendo en un country en Buenos Aires pero sin seguridad, porque eso si que no hacía falta.

La verdad que la vida allí fue más que tranquila, al punto de que había días que no sabía qué hacer. Y si bien nos habían dejado uno de los autos para que podamos usar, yo no manejo, así que ir a la ciudad me implicaba entre hora y hora y media de pedalear en la bici, cosa que hice, pero menos de lo que esperaba! Además que el clima no nos acompañó mucho y tuvimos bastantes días de lluvia.

Hablo en plural porque en la casa éramos dos, una señora americana (no se la edad pero deberá tener entre 45/55 años) y yo, ya que como teníamos que cuidar a 3 perros (los cuales a dos de ellos no le gustaban para nada los perros vecinos…) y 3 gatos, los dueños prefirieron que seamos dos al cuidado de todo.

De hecho al principio hasta había pensado que buena onda estar con un norteamericano porque iba a perfeccionar mi inglés! Pero bueno… no fue tanto el caso porque las charlas fueron escasas, no por mala onda, sino porque creo que a ninguna de las dos nos interesaba tanto charlar (el problema de tomarle el gustito a viajar solo!!!).

Imagínense lo aburrida que me sentí por momentos que un día me teñí el pelo, otro día me lo corté, jaja! Cosas que uno hace cuando ya no sabe que hacer… Y quizás muchos mientras leen se preguntarán por qué ni siquiera salía… Salí a pasear por la ciudad pero no había nada para hacer literal… son esos lugares que con media hora para recorrerlos caminando te sobra tiempo!

Pero bueno… todo tiene su lado positivo y acá encontré después de estar unas semanas desesperada por no saber cómo iba a seguir mi viaje, la felicidad.

En este lugar pensé un montón, más de lo debido diría yo. Pensaba y pensaba cómo seguiría, cuáles eran los países fueran del espacio Schenguen a los que podía ir porque no puedo estar más de tres meses y yo ya había estado dos en la Unión Europea… y con la vuelta ya planeada para mediados de Octubre a pasar mi cumpleaños con una de mis mejores amigas que vive en España.

Pensé tanto que el cuerpo me lo mostró y estuve con dos días con un dolor en la boca del estómago, tremendo! Hacia bastante que no me pasaba. Estaba realmente preocupada… todos los días me levantaba y miraba el celular, que novedades había, buscaba destinos que eran casi imposibles, pensaba con quien podía hablar para que me ayudara con algo…

Mandé solicitudes de voluntariados a demasiados lugares: Croacia, Albania, Irlanda… hasta Macedonia! Lo peor era que si bien en todos (menos en Irlanda porque se necesita visa de trabajo aunque hagas voluntariado en la mayoría de los lugares, sobretodo hostels) me aceptaban para ir, los pasajes desde Francia o Italia que era mi próximo destino después de Alemania, eran caros! Una buena, otra mala…

Y la realidad era que yo sabía que no tenía que pensar, tenía que disfrutar del momento y entender que las cosas fluyen. Que lo que saldría iba a ser lo adecuado, que no tenía que pensar en el futuro, pero no podía. Todos los días era mi única preocupación.

Hasta que un día me llegó un mail de una oportunidad en un hostel en Inglaterra, y ahí dije “por qué no mandé a Inglaterra!”. Claramente me postulé a todos los voluntariados que había, hasta que me aceptaron de uno. Lo mejor… cuando miré los pasajes de avión eran súper baratos, y cuando hablé con la chica del hospedaje me dijo que ella no necesitaba que tuviera visa de trabajo, porque en este país algunos también te la solicitan.

Listo! Mi próximo mes solucionado! (creer o reventar en ese mismo día se me dio otra cosa que en otro momento contaré pero que esperaba también! NO, no me caso!).

Y ahí entendí y reconfirmé que hacerse mala sangre por algo es totalmente al pedo. Que uno no tiene que dejar que lo domine la mente, que hay cosas que tienen su curso y que sólo debemos saber cómo invocarlas. Que las cosas se dan por algo, en su tiempo justo, en la instancia adecuada.

Claramente yo tenía que pasar por toda esa angustia, que me dijeran que no y yo decir que no a los lugares que no me convencían para reafirmar que uno debe vivir el presente, y disfrutarlo. Y fue a partir de ahí también que me di cuenta que también tenía que valorar el lugar en el que estaba viviendo porque si bien para mí que soy culo inquieto era un lugar demasiado tranquilo, en la vida que yo llevo en Argentina nunca podría vivir en un lugar así…

Se acuerdan cuando en Ko Chang me di cuenta que estaba viviendo en medio de una isla??? Bueno, acá me pasó lo mismo! Que si bien naturalmente Rastede no tiene nada atractivo, hacía tres semanas que estaba viviendo con una paz y tranquilidad que nunca en mi vida tuve. Mis únicos problemas eran si los perros le ladraban al perro que pasaba por al lado o no… que los gatos volvieran a la casa cuando debían (eso nos pasó! Uno desapareció cuatro días!!! Por suerte volvió solito). Que tenía tiempo para hacer lo que quisiese… pensar en mí, leer todos los libros que quisiera, ver todas las series de Netflix que se me antojaran, trabajar en mi blog, y DISFRUTAR cada una de las cosas que estaba transitando.

“Despertar en soledad en un pueblo extraño es una de las sensaciones más placenteras de este mundo”. – Freya Stark.

QUÉ ME LLEVO ENTONCES DE RASTEDE

Justamente me llevo lo que les estaba diciendo en el párrafo anterior. Que creo que uno tiene que recordar continuamente en agradecer el momento que está viviendo porque no sabe si lo va a volver a vivir en un futuro, porque la vida cambia todo el tiempo. Y el futuro está allá a lo lejos, pero el presente es el que pisamos y vivimos.

Y por sobretodo que uno de los peores enemigos (además del miedo) es la ansiedad. Toda mi vida fui una persona ansiosa, desde chiquita que recuerdo por ejemplo que me prometían llevarme a un lugar y hasta que no estaba allí no estaba feliz. O cuando llegaban los cumpleaños de mis amigos! Cada vez que tenía uno en un salón, si era día de semana después de almorzar hacía que dormía la siesta porque obvio de la ansiedad nunca podía hacerlo, me bañaba y cambiaba con la ropa que ya dejaba a los pies de la cama para estar lista y que mis papás me pudieran llevar lo antes posible… el resultado siempre era el mismo… yo vivía pensando estar en la fiesta, siempre llegaba tarde porque mis viejos nunca fueron muy puntuales y todo ese proceso era una cagada! Jaja. Con los años eso lo fui mejorando, porque era un aspecto que nunca me gustó de mi personalidad (cuando me di cuenta claro!), pero hay momentos en que esa Cele pequeñita vuelve con todo y calmarla es muy difícil…

Entonces para no perder el foco… uno nunca debe perder justamente su foco, e invocar de la mejor manera cuál quiere que sea el resultado. Y si uno lo pide bien… todo llega en su momento y forma justa.

También aprendí como con cada una de las experiencias del viaje, que el próximo voluntariado por ejemplo que también es en una ciudad tranquila no me voy a quedar 3 semanas… sino dos o un poquito menos de tiempo. Lo bueno es en observar lo que a uno lo incomoda o no le gusta y encontrar una solución. Aprender del error… pero… APRENDER.

Me llevo también la experiencia de vivir casi un mes en un nuevo lugar en donde no entendía nada! Jaja. Ya sé! Estuve viviendo dos meses en Tailandia en donde todo era totalmente diferente, dos semanas en Malasia, India, en Egipto… pero me parece que justamente por eso de que todo era totalmente diferente yo no me sentía tan diferente… a ver si me explico: en Asia era lógico que yo no era de esa cultura, entonces ya los demás sabían por ejemplo que si me tenían que hablar lo iban a hacer en inglés…

En Alemania (si bien no parezco alemana y lo sé) la gente puede pensar que vivo acá y que por lo tanto sé alemán, o que los voy a entender (además que es una ciudad en donde viven muchas personas mayores, y muchas familias con hijos chicos, y nadie en ningún momento mostró interés en querer o tratar de relacionarse en otro idioma). Por lo que desde lo más básico que era el saludarse con los vecinos me costaba porque nunca supe ni decir “buen día”, yo repetía el sonido de lo que me decían jaja; en los supermercados la cajera me hablaba en alemán; en la calle si me paraban a preguntarme algo era en alemán; y cuando caminaba por el centro miraba los locales y realmente no entendía de qué podrían ser algunos. De hecho me divertía tratar de adivinar de qué era el local que veía (sí, muchas veces juego sola y estoy orgullosa de eso porque me río conmigo misma!).

Esta sensación es rara y sinceramente no sé si voy a poder expresarla, pero es como estar en un lugar rodeado de personas y al mismo tiempo estar totalmente solo. Es una sensación extraña que al mismo tiempo es reconfortante porque uno puede sobrevivir…

Además en esas semanas también logré reencontrarme conmigo misma. Hacia rato que sentía que estaba como fuera de eje, que por supuesto no era la misma que había empezado el viaje, y eso entendía que estaba bien, porque cada situación que uno va viviendo a uno lo cambia, las energías con las que uno se va encontrando, todo es diferente y por supuesto que repercute en uno constantemente, aprender a vivir de otra manera. Pero por suerte pude volver a sentirme plena.

Ahora me quedan unos días de disfrute antes del próximo voluntariado que haré en Inglaterra, también un destino que no hubiese elegido para irme de vacaciones por ejemplo, pero me divierte! Mis próximos pasos? Colonia en Alemania, Marsella y Niza en Francia con unas amigas, unos días en el norte de Italia a definir y luego Inglaterra. Allá nos vemos!!!

“No importa lo lentamente que vayas, siempre y cuando no te detengas.” – Confucio

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