MIS EXPERIENCIAS DE VIAJE

Camino a la espiritualidad.

En 2016 el camino fue otro, y por suerte pude empezar a descubrir la ruta del budismo.

Pasando nuevamente por las dos ciudades que más me habían gustado de mi viaje anterior (París y Barcelona) me fui a recorrer y conocer algunos países del sudeste asiático: Tailandia, Camboya e Indonesia. Estuve casi un año averiguando todo sobre estos países tan desconocidos desde este lado del mundo, y con más de mil recomendaciones (que los mosquitos, el agua, la comida…) descubrí un lugar en el mundo increíble para mí.

POR DÓNDE ANDUVE?

El viaje comenzó en Tailandia, recorriendo su capital Bangkok, Mae Wang, Chiang Mai y Chiang Rai. Estuve unos días en la ciudad que me enamoró: Seam Reap en Camboya y terminé en Indonesia, quedándome unos días en las islas Gili (para descansar de todo!) y Bali.

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller

QUÉ APRENDIZAJES TUVE DE CADA LUGAR?

Realizar un viaje así la verdad que enseña mucho, más de lo que uno se puede imaginar si se viaja con la mente y el corazón abierto y no va sólo a mirar paisajes!

Llegar a Bangkok y no entender nada, ni las calles, ni el idioma, ni las costumbres, ni que no haya reglas de tránsito y que todo sea un caos, es en un comienzo un poco “chocante”. Pero a medida que pasan las horas, es cada vez más lindo.

Bangkok me pareció una ciudad caótica, en donde es una costumbre comer en la calle, no tener reglas de tránsito sino que la regla sea siempre avanzar, y en donde es mágico el respeto y amor que le tienen a su religión. Fue un lugar en donde, sin saber por dónde estaba caminando me sentía segura y sabía que nada me pasaría.

Entendí que es una ciudad con sus propias “no reglas” en la superficie, pero que si bajas al metro es otro mundo! Que las personas antes de volver a sus casas paran un momento frente a cualquier representación de Buda/Ganesha o quien fuere y agradecen; y todos tienen alguna figura divina en sus locales. Que la historia y la bondad que tienen nosotros desde este lado no la imaginamos.

Camboya fue el lugar que sin duda alguna me enamoró. Siendo un país pobre, en donde las casas en Seam Reap para nosotros serían de clases sociales bajas, las personas SIEMPRE tiene una sonrisa en sus caras. Los niños se asombran y saludan cada vez que ve pasar a un extranjero, siendo nosotros los “bichos raros” para ellos. Y en donde los latinos o europeos van a regatear para que los souvenir salgan no más de unos dólares y ellos se rebajan a eso.

La experiencia más hermosa que tuve y que siempre llevaré en mi retina, fue andando en bicicleta yendo de la ciudad a los templos de Angkor Wat. Una ruta mano y mano casi de tierra, con asentamiento a cada lado de la ruta. En un momento iba sola por la ruta, con un cielo más que celeste y el sol que no paraba de brillar. Ahí entendí por qué esa gente siempre sonreía… porque no hacía falta nada más. Disfrutar de la naturaleza, tener lo básico y necesario para poder vivir y ser feliz. La simpleza de la vida sólo en una sonrisa que engloba todo eso!

Y por último Indonesia. Con una mezcla cultural muy interesante.

En Gili Air tuve la suerte de ponerme a hablar con uno de los chicos que atendía en un bar en la playa en donde nos contó que él con sus veinti pico de años trabajaba en ese bar de lunes a lunes, de 7am a 22pm y dormía allí, todo para poder enviarle plata a sus padres y familia que vivía en Lombok (la isla de enfrente). Y pensar en vacaciones?? No existía.

Entender entonces que en nuestra sociedad muchas veces nos quejamos de llenos… porque podemos tener una casa, un trabajo y por lo menos 15 días de vacaciones para relajarnos o ir a conocer algún lugar de este mundo. Sin pararnos a pensar que no para todos es igual. Que hay experiencias de vidas mucho mejores y mucho peores que las nuestras. Sin parar 5 segundos para agradecer por lo que tenemos y no por lo que nos falta.

En Bali, más específicamente en Kuta (su capital) sentí que estaban viviendo una vida que no era la de ellos. Llegué a este lugar para pasar año nuevo (año nuevo cristiano), y me dio en cierto punto un poco de tristeza que sólo lo festejaban para los turistas ya que en la mayoría, los habitantes son budistas (en especial en Bali) o musulmanes (en el 90% de Indonesia). Ver como nunca antes había visto 10 minutos de espectáculo de fuegos artificiales en la playa a la 00hs del 01 de Enero, en donde los locales iban a verlo como un espectáculo y no porque era algo realmente especial o un festejo para ellos. Y a esto sumarle que al pasear por el centro de Kuta lo que menos parece es estar en una ciudad de oriente, me sorprendió.

Otra cosa que me llamó mucho la atención de la ciudad fue la suciedad de la playa (siendo argentina, acostumbrada a que nosotros no somos los más limpios del mundo, menos en la playa). Si bien un señor indonesio nos había dicho que en ese momento del año la playa era muy sucia por la corriente del mar, al otro día ir a la playa y caminar literalmente entre medio de basura me dio muchísima tristeza/lástima. Un mar hermoso, una playa increíble repleta de papeles / jeringas / plásticos / cajas / escombros / suciedad del mar… Y esto me hizo pensar en qué consistía: falta de educación? Una costumbre cultural? Una ausencia del Estado?

Del sudeste asiático volví completa, feliz, con ganas de recorrer aún más. Sobre todo por la religión, la tranquilidad, las sonrisas y el sentirse seguro en todos lados.

ÚLTIMA ENSEÑANZA

Como recomendación dejo mi experiencia en este viaje. Siempre uno que vaya a un nuevo lugar, lejos de casa es bueno averiguar, leer y releer recomendaciones y experiencias de otros viajeros. Pero nunca tener miedo de hacia dónde se está yendo.

Muchos decían que cruzar de Tailandia a Camboya en bus era un lío en la frontera, no dejar el pasaporte con nadie por más que te lo pidieran. Que muchas personas se iban a acercar para sacarte plata…. Y nada de eso me pasó. Cruzar la frontera fue un trámite súper fácil de hacer.

También me dijeron que tenga cuidado en todos los lugares con los mosquitos, con el agua, con la comida… y nunca tuve problema con nada. Tomando los recaudos suficientes siguiendo mi instinto.

Cada experiencia depende de cada una de las personalidades, y cómo estamos acostumbrados a vivir, así que nada coarte tus ganas de viajar y conocer nuevos lugares, porque si bien las costumbres son diferentes, todos somos personas y queremos el mismo fin: vivir de la mejor manera posible!

“El mundo es un libro y aquellos que no viajan solo leen una página”. – San Agustín

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